El Festival Internacional de Teatro de La Paz (Fitaz), cuya XI versión arrancó el jueves pasado, es un espacio importante y necesario para el mundo de las tablas y en más de 20 años ha logrado mantener el propósito con el que fue creado: permitir el encuentro e intercambio entre artistas, el público y una vitrina de obras nacionales al mundo, coinciden directores de seis compañías participantes.
“Siempre nos gustó, porque hubo mucho intercambio con otros colegas. Nos divertimos y la pasamos muy bien. Es muy agradable formar parte de esto”, asegura Tina Jücker, directora de Teatro Marabu de Alemania, elenco que —junto a actores bolivianos— inauguró el festival con la obra “Agua/Wasser”. La coproducción, realizada entre las alcaldías de Bonn (Alemania) y La Paz llegó con amplia expectativa, luego de haberse estrenado en tierra germana el año pasado.
Jücker, quien ya estuvo en el Fitaz con la compañía alemana en dos ocasiones anteriores, considera que el festival es muy importante, porque es una puerta a nuevas experiencias, principalmente en cuanto a conocer el trabajo de otros elencos.
Erika Andia, la conocida actriz y directora del grupo nacional Kory Warmis, también tiene palabras de elogio para el Fitaz. “Este festival cumple la función de valorizar el teatro y que haya más movimiento teatral”.
Además, agrega que debido a que La Paz es—por tercera vez— Capital Iberoamericana de las Culturas, este tipo de actividades debe impulsarse al máximo para exportar el arte propio.
Su colega de Chakana Teatro, Ariel Muñoz, considera que el festival es una oportunidad “para encontrarse en todo sentido, a nivel de los trabajos, los avances, las novedades que hay y también de los diálogos entre los mismos artistas, y entre el público con los actores”.
El también actor se refirió al Fitaz como uno de los festivales más sólidos de Bolivia. “La plataforma que se genera aquí es una imagen directa al exterior, entonces sentimos el apoyo, pero el diálogo constante es importante también”, dijo.
“Puro oxígeno para los artistas”
La primera “probada” que dio el Fitaz fue “Barreras”, un proyecto de intervención urbana en el que el artista vasco, Ikaki Mata, desafió las calles de La Paz al mostrarse como una persona con discapacidad en medio del ir y venir de los transeúntes y del tráfico vehicular.
“Ya había oído antes hablar del Fitaz. Muchos me hablaban de este festival y tenía la agenda ocupada, pero moví cosas porque quería venir”, aseguró Mata.
Agregó que el encuentro teatral “es puro oxígeno para los artistas, es un alimento para luego poder seguir creando y transformando el interior a través de nuevos productos e historias. Ahora mismo hemos empezado a conocernos y emborracharnos con esto”.
Función de servicio
La importancia social del teatro es resaltada por Fernando Fernández, de la Agrupación Teatral Mientras Tanto, de Perú.
“El teatro es un eterno dar y recibir, pero sobretodo cumple una función de servicio a la sociedad. Estoy muy honrado de estar aquí”, expresó Fernández, quien tenía referencias del festival desde hace cinco años y ahora llega por primera vez con un trabajo estrenado hace una década en Brasil, “César Abraham, considerando en frío”, un derrotero por la vida del poeta peruano, como actor, artista, hombre y ser humano.
Punto de encuentro
Un lugar de encuentro en el que desde hace 20 años se muestra una excelente selección de piezas. Así Ubaldo Nallar, de Santa Cruz Shakespeare Company y Otero Moreno Teatro, califica al Fitaz.
“Artistas de todo el mundo nos vemos una vez al año en algún festival y el de La Paz es muy característico, porque muchos vienen por cariño a Bolivia”, dijo y destacó que el festival es una herramienta pertinente para el teatro del siglo XXI que gesta en el país. Participa por quinta vez.
Así también resaltó la coincidencia de la creación del festival con la primera ocasión que La Paz fue Capital Iberoamericana de las Culturas, en 1999, “porque pasa el tiempo y se ha demostrado el por qué. Es eso, mantenerse y no dejarse convencer con nuevas tecnologías que nos hacen la vida más fácil, pero nos deshumanizan. La Paz, como ciudad humana que es, tiene que tener teatro”.