Era la mañana del 2 de noviembre del año pasado, en pleno feriado de Todos Santos, y al lado del contenedor de basura, cerca de la cancha de césped sintético de la zona de Kupini, una bolsa negra llamó la atención de los transeúntes. Algo se movía dentro y uno de los vecinos se comunicó con la Policía. Minutos después, dos oficiales rescataban a un recién nacido que luchaba por vivir.
No se sabe cuánto tiempo permaneció en la bolsa, pero sí se conoce que a las 12.25 la Defensoría de la Niñez y Adolescencia recibió el llamado policial para socorrer al pequeño que fue llamado, convencionalmente, Ángel.
Las condiciones en la que lo encontraron, incluso aún con su cordón umbilical, hicieron presumir que el niño nació en forma precaria y sin las medidas de higiene necesarias, cuenta la directora de Defensorías Municipales, Jacqueline Llanos. Con sus menos de 40 centímetros de tamaño y 2,5 kilos de peso, el bebé se aferró a la vida.
“Este tipo de casos se dan generalmente cuando la madre es una adolescente que no supo qué hacer con el niño, entonces dio a luz y lo abandonó”, agrega.
El pequeño fue llevado al Hospital Materno Infantil donde recibió atención de emergencia y tras permanecer dos semanas fue derivado al centro de pediatría Albina R. de Patiño para reforzar su alimentación, talla y peso ideal. Una vez saludable y fuera de peligro, Ángel fue llevado al centro de acogida Niño Jesús, dependiente del Servicio Departamental de Gestión Social (SEDEGES), donde cumplió nueve meses y espera ser adoptado.
El caso es uno de los 781 que atendió la Defensoría de la Niñez y Adolescencia entre 2017 y 2018. Solo en lo que va de este año, la Alcaldía socorrió a 379 menores de edad que fueron abandonados o víctimas de violencia.
De estos, cuatro ya fueran adoptados y hay otros seis que cuentan con sentencias para la adoptabilidad (previo para concretar la adopción), otros dos tienen sentencia para restitución con familia (retornen con sus parientes) y se lanzaron 25 resoluciones de restitución con familia (que aún pueden haber cambios que deriven en que el niño regrese al centro o sea dado en adopción a otro familiar).
“Aún se está por definir la situación legal de estos pequeños, mientras tanto se encuentran cobijados en hogares de acogimiento de la Gobernación o instituciones privadas”, explica la secretaria Municipal de Desarrollo Social, Rosmery Acarapi.
El trabajo edil se centra en socorrer al niño en caso de maltrato o abandono. De ahí, los menores de edad son sometidos a exámenes médicos y psicológicos mientras los casos también son tratados por trabajadores sociales de la Alcaldía. En caso de agresiones sexuales interviene un equipo especializado de la Comuna que da acompañamiento legal para impulsar procesos en contra de los abusadores.
Los niños y adolescentes son derivados a centros de acogida municipales donde reciben atenciones médicas, alimentación y apoyo escolar. Paralelamente, en el caso de los bebés y otros menores de edad abandonados, la Alcaldía difunde fotografías de ellos y hace llamados a sus padres para que los recojan. Se esperan 30 días y posterior a este plazo, se interpone un proceso ya sea de filiación judicial o de extinción de autoridad, antes de iniciar los trámites para impulsar la adopción.
Cuando ya se cumplieron los plazos, los menores de edad pasan a ser resguardados por el Servicio Departamental de Gestión Social (Sedeges) de la Gobernación. Hasta esta fase es el trabajo formal de la Comuna; sin embargo, Acarapi explica que se hace un seguimiento de los procesos para que los pequeños sean adoptados.
La adopción marca un nuevo comienzo para estos niños y una oportunidad para personas que buscan hijos.
“Por azares de la vida me separé del papá de mi hija mayor (18 años) y siempre me sentí más madre que mujer. En el fondo de mi corazón siento que aún tengo ese gran amor de madre guardado, como no tuve más hijos ahí se quedó. Pero una mañana viendo la televisión me enteré de las adopciones, junto a mi hija llegamos a la conclusión de que quería adoptar¨, cuenta una mujer de 42 años que hace un tiempo adoptó a una pequeña nacida en agosto de 2015.
Tras cumplir con todos los pasos requeridos, pese a que en algún momento se estancó el trámite por la modificación del Código Niña Niño y Adolescente, cursar las capacitaciones para padres adoptivos y recibir el asesoramiento legal de la Defensoría de la Niñez y Adolescencia, pudo adoptar a la bebé.
“La niña cumplirá tres años, yo la conocí después de toda esta etapa en febrero de 2018, no sé si fue casualidad o lo que nos toca en la vida, pero yo inicié el trámite en agosto de 2015 y la niña nació justo en ese mes y en ese año, es como si hubiese hecho un pedido al cielo”, cuenta entre lágrimas.
La pequeña es bastante cariñosa, le gusta hablar, juega con su hermana mayor y tiene buena salud. Es muy inteligente, aprende con facilidad, arma rompecabezas, colorea dibujos y ya mantiene un orden en su habitación, en especial con sus juguetes.
La madre prefiere no saber la procedencia de la infante, porque su nuevo amor nació el día en que se conocieron, explica.
Ella sabe que en algún momento van a surgir curiosidades y consultas de su hija. “Mi niña sabrá que no nació de mi barriguita, sino de mi corazón”, concluye.