Por un «profundo odio» un niño de nueve años sufrió las torturas más brutales ejecutadas por su propia madre y su madrastra, en Brasil, según la investigación de la Policía de ese país.

El niño en vida sufrió mutilaciones, cambios de sexo, decapitaciones, acuchillamientos y descuartizamientos, todas estas torturas con el fin de hacerlo desaparecer.

La Policía Civil del Distrito Federal brasileño ha anunciado los resultados de la investigación del asesinato de Rhuan Maycon, un niño de nueve años que fue acuchillado, descuartizado y decapitado el pasado 31 de mayo en Samambaia por su madre y su madrastra.

Según el informe policial, después de que el pequeño se durmiera, su madre, Rosana Auri da Silva Cândido, de 27 años, le asestó una docena de cuchilladas, mientras su pareja, Kacyla Priscila Pessoa, lo sujetaba. Después, Cándido decapitó al menor, aún con signos de vida.

El diario ‘Folha de S.Paulo’ afirma que de acuerdo a la declaración de la pareja el pequeño Rhuan Maicon fue asesinado de una puñalada al corazón mientras dormía; aunque después la Policía Civil del Distrito Federal habría determinado que el niño fue decapitado vivo y recibió numerosas puñaladas en la espalda.

Posteriormente, ambas descuartizaron el cuerpo y trataron de quemarlo en una barbacoa. Al parecer, tal intento resultó infructuoso, por lo que ambas mujeres introdujeron el cuerpo en una maleta que arrojaron a una alcantarilla, y guardaron las extremidades en dos mochilas que luego tiraron a la basura.

Además de Rhuan Maicon, la pareja vivía con una niña de nueve años, hija de Pessoa, que ha pasado a custodia del Consejo Tutelar. Las dos mujeres están acusadas de numerosos delitos que, además de asesinato, incluyen tortura y malos tratos.

Las dos mujeres pretendían quemar las partes del cuerpo del niño en una parrilla, para que la piel se desprendiera de los huesos y la víctima no fuera identificada. Sin embargo, no llegaron a quemarlas por completo, y las colocaron en dos mochilas escolares y una maleta de viaje, que la madre intentó esconder en un alcantarillado.

Las dos mujeres fueron detenidas el 1 de junio y pueden ser condenadas a una pena de 57 años de prisión cada una por asesinato agravado con tortura y «lesión corporal gravísima», ya que los investigadores han confirmado que las acusadas habían mutilado el pene y los testículos del niño hace más de un año, supuestamente por «venganza contra el padre y los abuelos del niño».

Previamente, Claudia Regina Carvalho, del Consejo Tutelar del Distrito Federal, declaró a la agencia brasileña UOL que la castración fue, en realidad, «una especie de cirugía de cambio de sexo», ya que, «después de quitarle el pene, cosieron la región mutilada e improvisaron una versión de un órgano genital femenino, haciendo un corte en la ingle».

Un móvil incierto, la Policía sospecha que los dos menores vivían recluídos en casa, ya que no acudían al colegio y raramente eran vistos por los vecinos. Igualmente, los agentes han afirmado que los signos de maltrato en ambos menores eran evidentes y que el niño asesinado había sido castrado por su madre un año antes; al respecto, el medio ‘Correio Braziliense’ afirma que la madre afirmó haberlo hecho «porque el niño había dicho que quería ser una niña».

En la declaración, según ‘Folha de S.Paulo’, Rosana Auri afirmó que había matado a su hijo porque suponía «un estorbo» para su relación con Kacyla Pryscila ya que le recordaba al padre del niño. Sin embargo, la edición brasileña de ‘El País’ afirma que la policía cree que el asesinato se produjo a fin de «cortar gastos» después de que el padre del menor cortara la pensión dedicada a sufragar las necesidades del niño.

Por su parte, ‘Correio Braziliense’, que se hace eco de esta última hipótesis como la principal, cita también dos teorías más. Una de ellas, que el crimen vendría motivado por el fanatismo religioso de la pareja. Esta idea se vería sustentada por el perfil elaborado por la Policía Civil, en el que se recoge que las dos mujeres se habían conocido en una iglesia evangélica y que en la vivienda se encontraron numerosas imágenes religiosas y páginas de la biblia en las paredes. El diario cita que el delegado policial afirma que «nuestra sospecha es que se basaron en sus propias interpretaciones de la Biblia para cometer el crimen.

La otra sería la venganza contra el padre del menor, ya que la Policía Civil cita que Rosana afirmaba «creer en el Dios del Antiguo Testamento, que era vengativo», así como que el niño había sido concebido fruto de una violación y que sentía «odio y ningún amor» por él.

La hija de Kacyla se encontraba en paradero desconocido Los diarios brasileños han destacado también que la hija de la pareja de la madre del niño asesinado se encontraba desde hacía cinco años en paradero desconocido, ya que su madre habría huído con ella alejándola de su padre, el funcionario de prisiones Rodrigo Oliveira. 

A consecuencia de la trascendencia pública del asesinato, la menor se reunió con su progenitor, del que se espera que obtenga la tutela de la menor cuando se cumplan los trámites pertinentes para ello y se realice un seguimiento del estado psicológico de la menor.

La Policía cree que el asesinato habría estado motivado por un fanatismo religioso exacerbado y un «profundo odio al niño», pues representaba el pasado afectivo de la madre.

La ministra de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos de Brasil, Damares Alves, se ha mostrado «conmocionada» por el caso y ha prometido fortalecer los consejos tutelares en el país para evitar violencia contra niños y adolescentes. «Quiero saber dónde la red de protección falló», afirmó la ministra a través de su cuenta de Twitter.